domingo, 26 de abril de 2015

“Oscuro despertar en Santa Cruz”


Guille corrió cuanto pudo, pero siempre que se paraba a mirar no tardaba en verle venir hacia él con la misma determinación con la que le observaba durante el show de Halloween. Aquel encapuchado no formaba parte del espectáculo.

Del frío de la noche y el jadeo entrecortado del muchacho, emergían densas columnas de vaho.

Se asomó a la esquina de la Calle Cruces con Ximénez Enciso, pero ya no le veía venir. Comenzó a respirar aliviado atravesando la estrecha Calle Mariscal, y al salir a la Plaza de los Refinadores notó cómo se le erizaba el vello de la nuca, adquiriendo su rostro un tono cetrino. Había vislumbrado al siniestro ser ante él. Una fuerte punzada en el cerebro fue lo último que sintió.


*      *      *      *      *      *


–Sí, yo le conocía, –comentaba Raúl– pero nunca pensé que haría algo así. -
La reportera se giró hacia la cámara de Andalucía Directo y dijo:
–Despedimos la conexión desde el Barrio de Santa Cruz, con este testimonio de un amigo de Guille, el trastornado chico que ha colmado de tinieblas el habitual despertar soleado de los sevillanos, que se han desayunado con esta trágica noticia; un muchacho disfrazado de encapuchado, que ha asesinado a su propia familia esta pasada noche de Halloween.

Pepe Gallego

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"Oscuro despertar en Santa Cruz" por Pepe Gallego se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

lunes, 13 de abril de 2015

"El último andaluz"


A quien pueda interesar:

28 de Febrero de 2194, los últimos estertores del siglo XXII y puede que de la humanidad. 
Heme aquí en la calle Sierpes, lo que antaño era una bulliciosa calle sevillana plagada de tiendas y visitantes, convertida ahora en un pasaje del terror sembrado de cadáveres y escombros calcinados. Me encuentro apoyado en una derruida pared en sombras, tratando de no hacer ruido y escribiendo estas mis últimas líneas. Ella se encuentra sobre la Giralda, monumento que ha tomado como cuartel general, pero su oído es tan fino que podría escucharme desde esa distancia si no ando con sigilo.

Hace meses que no se nada del exterior, tanto ciudades españolas como de cualquier otro país. Ya no llega ayuda humanitaria, probablemente porque las criaturas atacan a los aviones en pleno vuelo y las autoridades han debido decidir que es demasiado arriesgado venir, o bien porque no queda nadie para poder prestar ese apoyo. Sea como fuere, estoy solo. Los pocos que quedaban luchando han ido pereciendo; unos abrasados, otros comidos vivos o simplemente por inanición. Ella y su prole lo han destrozado todo. Una progenie que finalmente cayó gracias a un grupo de osados escoceses que llegaron en mi auxilio bordeando Portugal en un pequeño barco pesquero, remontaron el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda durante la madrugada, y consiguieron combatir hasta abatirlos a base de emboscadas. Pero ella era demasiado astuta y no tuvieron la más mínima oportunidad.


La ciudad arrasada, las calles cubiertas de ceniza, las comunicaciones anuladas, los vehículos inservibles, la población exterminada…Eso es lo que veo cuando miro a mi alrededor, y todo gracias a un imbécil que quiso jugar a ser Dios en el interior de un laboratorio de genética. Pudo haber creado una cura para el cáncer, pero prefirió ganarse la gloria trayendo a la vida a una criatura que sólo existió en las leyendas y en los cuentos, un dragón. O mejor dicho, una hembra de dragón, porque hasta para eso fue estúpido el científico, pues la creó sin pensar en la consecuencia que supondría no poder controlarla. Cuando escapó y se dieron cuenta de que se estaba reproduciendo sin necesidad de un macho, ya fue demasiado tarde para enmendar el error. El hombre, como siempre, es su mayor enemigo, sin duda. Pero ya de nada sirve lamentarse, ella está en la cima de la cadena alimenticia y nosotros somos sus presas. 

Hace semanas que no veo a nadie, debo ser el último humano de la ciudad, quizás de toda Andalucía, España o el mundo. No hay manera de saberlo.
Ahora, una vez consumidos mis recursos nutritivos, solo queda una cosa por hacer: Me acercaré a ella todo lo posible tratando de no alertar de mi presencia, y me lo jugaré todo a una carta. No puedo permitir que se vuelva a reproducir porque sería hombre muerto, aunque puede que igualmente lo termine siendo si fracaso en mi desesperado intento por aniquilar a semejante monstruo.
Quizás no logre mi objetivo, pero prefiero perecer atacando a ocultarme hasta morir de hambre, o peor aún, huir como un maldito cobarde. Además, aunque llegado a este punto probablemente esto ya no importe, aún queda un andaluz que recuerda qué día es hoy, 28 de Febrero de 2194.

A quien pueda interesar, aquí dejo mi última carta junto a mi documento de identidad, pues si no vuelvo me gustaría marcharme de este mundo pensando que hallaréis esto, y sabréis que aún quedaba alguien con las suficientes agallas para luchar por el futuro de una humanidad que se ha inmolado en la vanidad de llegar demasiado lejos.

Pepe Gallego

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"El último andaluz" por Pepe Gallego se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

lunes, 6 de abril de 2015

“Boudica”


(Traduction by Cristina Figueras)
(Illustration by Fran Galán)
(Sculpture by Pedro Fernández Ramos)

Her rebellious red-haired hair was undulating flogged by the wind, which was crossing the dantesque scarlet bath into which there was turning that scene of bloody battle. The air was smelling to death, the blood was splashing her face marked by that blue of Celtic war, which she and her people used to carry for the battle. Paintings that her thousands of warriors reminded the suffering they had to fight for. Allies come from different tribes of Britannia, encouraged before the call to the elevation by the freedom and identified with the personal drama of Boudica itself. At that specific moment it was not important at all the fear or the reprisals of those who they had snatched everything. Her oppressed people, the murdered Druids, the devastated lands, her removed goods, her daughters outraged honor, and the marked dishonor she carried over her shoulders, over her flagellated back.
Too much pain branded for life in her hearts. But nevermore …
The history would be a witness to the major revolt perpetrated against the yoke of Nerón's empire. 

Now, after liberating from the Roman occupation to the former trinovante capital Camulodunum, from devastating the one that was constituting the commercial Roman engine in Britannia, Londinium, and of massacring Verulamium, mangling for the way to any detachment or Roman legion that faced them ,they reached their turning point, that was fighting against the last oppressive bastion, the General Suetonio. 

Entrusted Andraste, the goddess of the victory, she was remaining impassive to her injured arm while she was grasping the lance. In the noise of the contend ,her main desire was thinking of winning, thinking in the fact of expelling the invader from her land, the invader who was enslaving her days, she thought of punishing those who had ruined her life after the death of her husband, Prasutagus. 

Boudica breathed depth swelling her chest with the hatred of revenge allowing the rage should overwhelm her eyes, before detaching her rude sword from her belt and holding it up. Iceni’s queen uttered a last and heart-breaking war cry that Watling Street startled, freezing the blood of the Roman legionaries and pushing to a big wave of enraged britons that were looking in a desperate attempt for their only desire, their freedom.

Pepe Gallego

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"Boudica" por Pepe Gallego se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.