lunes, 21 de abril de 2014

"El condenado"

“El condenado”

Me muevo en un vórtice de sensaciones entre lo triste y lo grotesco. Nadie sabe hasta qué punto me lleva eso. Ni siquiera pueden llegar a imaginarlo. Pero sí, me muevo. No con la clarividencia que quisiera y que, ¡quién sabe!, puede que incluso no merezca. Y aun así, me sigo moviendo. Puede que por insistencia o tal vez inercia, pero continúo andando.
Resulto indiferente a unos ojos almendrados cegados que no me ven, y cuando decido retraerme en el silencio para dejar que le grite mi mirada, continúo siendo transparente. 
Entonces, tan solo me queda volver a ese frío rincón del olvido donde intento revivir el recuerdo de un tiempo de cegador esplendor, haciéndome retroceder a una amalgama de sentimientos entre los que se interpusieron las lúgubres tinieblas que hoy me condenan. Sí, esas sombras encapotaron los rayos de felicidad que me desbordaban e hicieron un impecable trabajo de demolición, sin duda.
Luego, cuando aquella bonita memoria se disipa y el presente me arrolla, un frío manto de soledad se oculta bajo la amarga sonrisa exterior de un corazón cansado de tragar espinas.

Sin embargo, no culpo a la suerte, lo divino o al esquivo destino, pues entre tantas decisiones no supe elegir lo que más convino. Puede que el tiempo, ese juez tan supremo como ladino, ponga en su sitio las elecciones en las cuales giro, o puede que ya esté todo decidido. ¡Bah!, no me hagáis caso, porque lo mismo ya no sé ni lo que digo…

Pepe Gallego

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"El condenado" por Pepe Gallego se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.